martes, 23 de agosto de 2011

Ríe cuando puedas, llora cuando lo necesites.

Pasan los años, los proyectos, los sueños. ¿Recuerdas cómo querías ser cuándo eras pequeña? Crecer es darse cuenta de que la vida no es como quisieras que fuera, todo es mucho más complejo. Responsabilidades, luchas, deberes, sonreír cuando no te apetece, mentir para no hacer daño a la gente que quieres, fingir cuándo sabes perfectamente que te mienten... ¿Merece la pena hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres? ¿Por qué terminé haciendo lo que hacen todos si se supone que siempre me sentí diferente? He sido una cobarde disfrazada de valiente, siempre pendiente del qué dirá la gente. Escondo mis miedos para parecer fuerte, pero ya no más, es hora de ser consecuente. Y me hago una promesa: hacer lo que sea para encontrar soluciones, no problemas. Sé que no soy perfecta, pero no me castigaré más por no serlo. Voy a aprender a decir que no, a aceptarme como soy, a medir el valor. Porque a veces fui valiente por miedo, sé que suena extraño, pero lo peor de todo es que es cierto. Que llevo 15 años estudiando la vida, ¿que no hay mal que por bien no venga? Eso es mentira. Aceptaré que tengo derecho a estar de bajón de vez en cuando, porque estar de bajón es humano. No pienso rendirme ante ningún problema, confío en mí y soy capaz de vencer lo que sea. Volveré a caer millones de veces pero siempre volveré a levantarme porque me di cuenta de que quizá la clave para ser realmente libre sea reír cuando puedas y llorar cuando lo necesites, ser honesta con una misma, centrarse en lo importante y no obcecarse con los objetivos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario