lunes, 14 de mayo de 2012

Unas copas de más para evitar echar de menos.

Dios, tenía esto tan abandonado... Ya era hora de que escribiera algo, así que... ¡allá vamos!


Hay tantas cosas que echo de menos que lo único que me apetece a estas alturas es irme al bar de al lado de mi casa y pedir una copa tras otra para intentar desconectar. Ahogar las penas en un whisky o, al menos, intentarlo. Que si me pongo a pensar ya no hay quien me anime porque tantas cosas perdidas que no sabes si tendrás la posibilidad de recuperar... eso, eso duele, duele más que nada.
Echar de menos a a alguien que esta a dos mil kilómetros de distancia, a tres horas de avión, dos de autobús y otras tres de tren, es decir, a 8 horas de viaje, sin contar con las horas de espera en el aeropuerto y en las estaciones; hace que todo esto sea más frustrante, hace que me den ganas, en un arrebato de locura, de coger mi maleta, meter en ella mis cosas, y coger el primer avión dirección Madrid-Berlín.


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